Monday, December 26, 2005

SINGA...PURRRR '05

SINGAPUR – Octubre 2005

Día 1:

22 horas después (cambio horario incluido) de haber salido de Madrid y de haberme despedido de mis tíos en el control de Barajas llego a Singapur. Solo te das cuenta de lo pequeño que es el mundo cuando haces cosas como esta. Ayer estaba en casa, riéndome con mi familia a la hora de la comida y ahora me encuentro escribiendo esto en la habitación del hotel en Singapore.

De camino desde Frankfurt hasta aquí he conocido a una chica. Se llama Swee y proviene de Malasia. Trabaja aquí. Ha sido francamente amable. Incluso me ha sugerido la posibilidad de cenar juntos, cosa que he rechazado por dos razones: la primera es que no sabía cómo reaccionaría mi cuerpo después de haber pasado tanto tiempo en un avión sin apenas dormir, la segunda, que he pensado que era mejor darme una vuelta por Orchard Road. Me encantan estos primeros contactos con las ciudades que visito por primera vez. Hemos compartido taxi desde el aeropuerto hasta el hotel. Al despedirnos hemos convenido que el viernes probablemente nos veríamos. En el fondo es una buena idea visitar estos paisajes con alguien que los conoce. Intentaré sacar el mayor provecho de su ofrecimiento.

Os hablaba de Orchard Road. El lector de esto, si no ha oido hablar nunca antes de Singapore se estará preguntando qué es. Pues es algo así como la calle Serrano, pero a lo salvaje. Grandes centros comerciales, todas las marcas de moda imaginables (Luis Vuiton, Chanel, Christian Dior, Ralph Lauren… y por supuesto Zara, jajajaja y con unos precios salvajes. He hecho una estimación y es al menos un 50% más caro que España. Teniendo en cuenta que el dinero cunde el doble en este país, eso es mucho), gente muy bien vestida, pantallas gigantes sobre gigantes fachadas de gigantes edificios y un consumismo exagerado en todo lo que he visto. Además, hace un calor húmedo espantoso. Imaginad, 35 grados al 85 por ciento de humedad. Cuesta mucho respirar, sobre todo al principio. Eso sí, menos mal que no ha llovido aún porque es época de monzón y como le dé por llover, ríete tú del huracán Katrina.

Hablemos de la gente. Todos los chicos de entre 10 y 30 años desearían ser como David Beckham. Se tiñen el pelo, se peinan como él y llevan la ropa que él anuncia, que aquí es prácticamente toda. ¿Las chicas? Debo decir que me ha sorprendido la belleza asiática. Hay chicas feas, pero he visto muchas muy, muy guapas. Eso sí, al principio no entendía porqué hay santísimas tiendas de cosméticos. Después de un ratito me he dado cuenta de que tienen bastante negocio. Van pintadas como puertas.

Es tarde y no sé si tengo sueño, pero estoy muerto. Son las 3 de la mañana aquí. En Madrid son 6 horas menos.

Día 2.

Después de haber dormido fatal, me he despertado a las 4 de la tarde hora local. Las señoras que pretendían limpiar mi habitación me han mandado 2 avisos escritos por debajo de la puerta. No he hecho ni puto caso y he seguido medio atontado en la cama. Después he ido a ver si había algo interesante que comprar a mi familia. Como supondréis hay mucho, pero nada asequible por ahora. Todo lo que hay aquí se puede comprar casi al mismo precio en España. Esperaré al viernes para visitar Little India, Chinatown y el centro Sim Line que creo que está bastante bien, por lo que me ha dicho Kurt y lo por lo que he leido en la guía que me dejó la semana pasada.

He cenado en un restaurante asiático. No he arriesgado. He pedido algo que parecía pollo a la parrilla con ensalada. Sinceramente, no me fío de las cosas que ponen en las cartas de los restaurantes, pero no sólo aquí. No suelo comer cosas cuyo nombre no entiendo.

Sobre las 10 pm, como no aguantaba en la habitación, he salido del hotel. He hecho un descubrimiento muy auténtico. A la vuelta de la esquina del hotel Royal Plaza, justo al lado de la embajada tailandesa está en centro comercial Orchard Tower. Bastante grande. 5 plantes llenas de tiendas con cachivaches electrónicos de esos que no puedo dejar de mirar cada vez que paso y garitos donde te dan masajes en los pies, te hacen tatuajes o te cortan el pelo. Ah!, y muchas tiendas de sastres que hacen un trajes que deben ser la leche, pero que son una horterada muy grande. Son famosos por lo visto, pero lo que hacen es feo, feo pero de verdad.

Bueno, pues el caso es que sobre las 9 ó 9 y media, todas las tiendas cierran y eso se convierte en un centro comercial pero de prostitución. He pasado por allí, y se me ha acercado un señor mayor muy amable y me ha ofrecido chicas. Como le he dicho que no estaba interesado me ha preguntado, literalmente: ‘Ah, do you prefer ladyboys?’ justo después de decir que no a todo, he pensado que este tipo era bastante interesante y he estado un rato hablando con él. Se dedica a conducir un taxi y a transportar a las prostitutas. Me ha explicado que muchos europeos van en busca de eso, de ‘ladyboys’, o lo que es lo mismo, travelos. Dice que los buscan y otros muchos no saben que lo son hasta que llegan a la habitación del hotel, y que nunca lo descubren si el personaje en cuestión está suficientemente ‘cocido’. Según me ha dicho de una manera muy explicativa que ya os imaginaréis, no tienen pilila, se la cortan, pero él dice que las distingue por la nuez y por la voz. A mí me la pegarían fijo. Ha sido todo muy gracioso. Por lo visto, los marineros americanos suelen ser muy aficionados a estos placeres. Entre otros ofrecimientos que me ha hecho estaban chicas rusas, tailandesas, chinas y… españolas!!! Para mí que se ha equivocado y que me lo ha dicho para que picase y entrase en uno de esos locales porque yo soy español, pero igual había alguna que Dios sabe qué se le ha perdido en Singapur. En fín, que me he despedido muy amablemente, justo después de empezar a ponerse pesado con las chicas y he proseguido con mi paseo. Una cosa más, en el ratito que he estado en la puerta con este hombre han salido un huevo de occidentales de la mano de chicas o lo que fueran y algunos bastante, bastante borrachos. Ellos verán.

Como decía, un descubrimiento muy gracioso.

Ahora, me voy a dormir que mañana tocarán diana a las 7 y quiero estar preparado para la reunión con los de mi empresa a los que aún no he visto. ¿Estaría alguno tomando algo en uno de esos ‘hot spots’? Bah.

Día 3 y día 4.

Todo una mierda. Reunión, mucho calor en la calle y toma de contacto con elementos varios de mi empresa. Cada uno venidos desde los más recónditos confines de la galaxia. Marcianos trompeteros por doquier.

Día 5.

Me levanto pronto y me voy a la oficina. Me llama la atención que la persona que se encarga del departamento de compras es una señora con pañuelo en la cabeza. Imagino al colega que hace lo mismo en mi empresa en Madrid con ese pingo en lo alto y no puedo parar de reir en mi interior mientras le doy la mano a todo el mundo. Qué cosas tiene este sitio. Se me olvidó comentar que anoche fui a comer marisco a un restaurante. Cuando me lo propusieron los de la reunión acepté. Pensaba que el marisco es marisco en todas partes. Pues eso, insectos marinos cocidos que saben de puta madre… pero no, aquí preparan las cosas con pimienta. No sé si es por joder o porque lo que cocinan está bastante perjudicado. Le sugiero esta idea a Ken, que es un australiano de Melbourne bastante figura que se sienta a mi derecha. Pone una cara que solo puedo definir así: :-¿

Luego tomamos algo en un irlandés y cuando todos van medio cocidos nos vamos a casa. De camino pasamos por el centro comercial lleno de puti-clubs del que hablo al principio del post. El grupo está compuesto por tres austriaco bastante nerds, el australiano y yo… No lo dudamos y nos metemos a tomar algo. Una vez dentro, y a las primeras de cambio, se me insinúa una chica vietnamita que medía 1,10m o 3,6 pies de altura (aquí se lleva mucho la medida imperial. That bloody british heritage…). Le digo que no tengo un duro, se corre la voz y ya está. A partir de ahí solo tengo que preocuparme de reirme con los demás… no me molesta nadie. Dos cervezas después, salimos a la calle camino del hotel y de nuevo a sudar.

Después de este inciso, sigo con el relato del día 5:

Me gasté toda la panoja que pensaba y un poco más. Compré cosas que no debía y regalos para gente que se lo merece un huevo y me sentí un poco estafado 3 minutos después de pensar que había timado a un chino, cosa imposible por otra parte.

Por la tarde llegó lo más interesante del viaje. Entablé conversación con Ha, la recepcionista del hotel. Ya nos habíamos hecho ojitos en alguna ocasión. Quedamos para cenar, pagué yo y nos fuimos a seguir la fiesta. Lo demás, paso de contarlo. Quien lo tiene que saber ya lo sabe.

El viaje de vuelta es otra historia… Crucé la India, el desierto de Irán y Turquía, además de la península arábiga. Una experiencia, aunque fuese desde las alturas...

1 Comments:

Blogger dwalks said...

me encanta el final, que morro.

vale, pues yo he estado en groenlandia, siberia, kazajistan y nepal.

no sé de qué me suena este post, es como si ya lo hubiese leído...

10:10 AM

 

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