Reflexiones ulteriores

Más a menudo de lo que yo quisiera gambeteo y driblo los golpes de los que me hago merecedor de antemano en una tómbola donde he comprado todos los boletos. Y me dan, por más que corro, me dan. Aún así, sabiendo esto, sigo saliendo a la calle a pecho descubierto. A lo kamikaze. Y a lo bestia - cansado, sí, por qué no reconocerlo - cabeceo con las banderillas en la nuca... La pregunta es: ¿Porqué insistimos en cosas que no son? o ¿Qué nos impulsa a confundir el amor con el dolor y mezclarlos?¿Porqué no se separan como el agua y el aceite?.
Cometer errores es una opción, y yo compongo mi vida de errores. De hecho, debido a la clara carencia de algún compuesto químico en mi cerebro que me convierte en un 'imbécil emocional' encuentro mayor placer y genero más recuerdos con los errores que en los aciertos; o, mejor dicho, encuentro que el dolor que me proporcionan se diluye con el tiempo de forma extraordinaria... respondiendo a ese prodigioso funcionamiento de la memoria que hace que no recordemos el daño tal y como fue sino que cada vez que lo retomamos, nos riamos un poquito más de él, ...hipercatesia, o algo así se llama y en mi caso borra los rasgos negativos de lo acontecido, hasta llegar a pensar que cómo lo percibo es la forma original y no una imagen retocada con el Photoshop unas veces, y otras con el Paintbrush. Pero es que lo original en estos casos resulta de un monótono...
Por eso y porque sé que mi coco me toma el pelo, de cuando en cuando me regaño: "Ándate con cuidado, que siempre te pasa lo mismo". Mi vida se compone de historias que orbitan a mi alrededor, en círculos concéntricos que no se tocan entre sí. Y yo que si algo no soy con estas cosas es prudente, aunque lo intente, sigo a lo mío.

Á.