Dos amaneceres

Esta mañana me he despertado con la angustia propia de los comienzos de curso, una hora antes de lo necesario, a las 5 más o menos. Cierto es que solo el hemisferio derecho de mi cerebro funcionaba. El izquierdo no hacía más que quejarse por lo pronto que era mientras observaba silenciosamente la luz que , proveniente de la farola de la esquina, se filtraba por los agujeros de mi persiana y escuchaba los ruidos inconscientes de Niebla, hecho un ovillo a mi lado, pegado a mi cuerpo, buscando calor.
Me he acordado de ti. Mientras miraba a mi lado calibraba el peso de tu cabeza en mi pecho, me preguntaba en qué momento adoptamos esa postura como habitual. Yo que era más de 44 (cubriendo tu espalda), noto ahora muy confortable apartar sigilosamente un flequillo rebelde, que aterrice parte de tu torso sobre mí, en tu vaivén de respiración realentizada por la noche.

Al final, me sumerjo en un sueño de una hora más aderezado por sonidos lejanos del exterior
Algunos regalos llegan cuando menos te lo esperas, regalos sin remitente ni sello... Como el despertar de esta mañana que me ha otorgado el premio de disfrutar dos amaneceres.

Á.