Friday, March 11, 2005

Legañas

Independientemente de que haga sol, llueva o nieve, algunos días amanecen muy ñoños. Son esos en los que las sábanas nos impregnan con olor de tormenta, las nubes nos persiguen el alma hasta el anochecer y como dice mi madre, te lavantas con el pijama de cuadros. Esos días sabes que tenías toda la razón, que tendrías que dejar a tus instintos avisarte, que no era buena idea salir de allí y que deberías haber retornado a la cama justo después de posar el primer pie en el suelo.

Empiezan haciendo que deseemos que terminen, para cerrar el capítulo, para darlo por zanjado y esperar que llegue el siguiente y que sea para mejor. Luego, si resulta ser igual que el anterior ansiamos el fin de semana. Ese que tantas veces nos ha salvado la papeleta y que otras tantas nos ha servido para caer en la más absoluta desesperación. "si es que estamos muy cansados", claro el trabajo....Siii, hombre, sí, es que ya tenemos una edad y cada vez cuesta más seguir haciendo tonterías de quinceañeros. Aunque no deje de ser necesario obligarnos a hacerlas .

Pero eso sí, es genial abrir los ojos y saber que ese, y no otro, va a ser un gran día. Que también sucede.

Á.

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