Tuesday, March 08, 2005

Nice Weekend!

Viernes 25/2/2004

Empiezo el día con la firme promesa de marcharme de la oficina a mi hora. Imposible, as always. Termino haciéndolo una hora y media tarde. Como en casa y paso la tarde descansando. Haber dormido 4 horas la noche anterior no ayuda demasiado a afrontar un fin de semana que a priori no prometía demasiado.

Se hace de noche y C., Dwalks y yo nos arrimamos a las cañas que celebran que Natalie, la novia de NHanna se marcha a Italia. Cañas, risas y toda una fauna de borrachines comandada por Pepo, el hombre que siempre dice que no va a volver a pisar por "La Fama del Vermouth" pero que siempre está allí. Deberían cambiar el nombre del local por "Moe's" y en su DNI cambiar el de José por Barnie. Le viene al pelo.

Después marchamos a "La Posada de las ánimas" que a pesar de tener nombre de película de terror de la Hammer es un sitio de lo más peculiar. 3 plantas. En la primera y la segunda encuentras personajes de toda clase y condición. en la 3ª o penjaus, solo famosos, empresarios y busconas. A pesar de eso, filón para grandes risas aún por explotar.

Después a Bisu. A fichar. Charla con Carla y "Pedro" y para casa. Caso cerrado.

Sábado 26/2/2005:

Trabajo por la mañana. Inventario de rigor, con lo que ello conlleva. Recojo las entradas para el concierto de U2. Por fín son mías. Duermo por la tarde y me precipito a casa de Maru y Ozelu para festejar el cumpleaños de la primera. Reencuentro con viejos amigos previo a la boda de Rubén y Susan que sucederá en Mayo y a la que si todo sale según lo previsible volveré a acudir solo. Pasadas la 1 y cuarto me marcho porque debo despedirme de Aki. Al día siguiente vuelve a Japón. El lunes pasaré a recoger la tonelada de Prozac que le prometí a E. para sobrellevar su pérdida. Antes de la despedida, recibo un mensaje de C. que me incita a acudir de nuevo a la “Posada de las ánimas”. La cosa promete. Llego como el puto sheriff. Entro sin dar explicaciones a los de la puerta porque a lo lejos veo a C., Cortes, una tal María y Celina, la mujer que se empeña en colocarme los cuellos de la camisa y que consigue sacarme el primer gesto de indiferencia cuando atisba que le ha preguntado a C. dónde estaba ese amigo tan guapo (refiriéndose a mí, por lo visto) a lo que yo contesto que esta noche se ha quedado en casa. Hachazo.

Tomamos camino a la tercera planta. Allí está la cabaretera, con la que C. ha quedado, celebrando su cumpleaños con unas amigas. Es cierto, el plan promete. La situación viola la letra de la canción de Mecano: “Mucha niña mona… y todas solas”. Se me afilan los colmillos por momentos. Bueno, el derecho menos, que soy diestro. Saco la lima del bolsillo y me voy al baño para darle un acabado más puntiagudo. Ahora sí, absolutely ready.

Me acerco al rebaño como si del lobo se tratase, rodeándolo. Esto me dura un minuto. Al minuto siguiente, Nosferatu se desvanece. Me doy cuenta de que paso de todo. Solo me apetece reirme y pasar una noche discretamente divertida. Mientras C. desencaja sus omoplatos (a ritmo de reggaeton o como coño quiera que se escriba) y arrima cebolleta con la cabaretera, me encuentro sentado y “conversando” con Jennifer, una mujer de veintitantos con un aspecto de canaria que tira para atrás. A los diez minutos de comenzar a charlar me cuenta que su padre era de Las Palmas. El pobre murió recientemente. En algunos momentos tiro del manual de gracias nocturnas tantas veces practicado con Marcos, y en otros de mi cultura general. Insiste en ver la expresión de mis ojos sin gafas a lo que finalmente accedo. Me dice que le resulto guapo. Segundo gesto de indiferencia de la noche. Uno más y me mandan el toro a los corrales, pienso. Le impresiono con un comentario sobre la liga profesional de fútbol japonesa. Soy así. A pesar de esto, y de que ella cada vez se muestra más a gusto y relajada a mi lado, yo no doy ninguna muestra de afecto. Solo soy simpático. Ella lo agradece. Este comportamiento resultaría letal con el tiempo.

Cuando todo hace indicar que se va a acabar la conversación, C. me salva diciendo que nos largamos a tomar algo a Snobissimo. Un baboso que no paraba de tirarle los tejos a una de las amigas de la cabaretera nos mira con ojos de licántropo por arramplar con las 3 más guapas de la sala. Siento sus arañazos en mi espalda. “Que se joda”, pienso. A todos nos ha pasado alguna vez y admito que estar en este lado de la jugada es menos romántico, poético y desolador pero mucho más reconfortante.

Llegamos a Snobissimo o “Snobi” para los ya iniciados. Odio que la gente llame a los sitios con diminutivos cariñosos. No. Se ponen diminutivos a tus amigos o a tu mascota, a los sitios de marcha nunca. Es patético, y resulta de un pijo que apesta… en fín, bah.

Es aquí, donde sin desplegar mi arsenal, lo despliego. Hacía tiempo que no me ganaba los favores de una fémina siendo como soy. Yo también lo agradezco, sinceramente. Por mi lado, nada más que tranquilidad. Esperar a que la noche acabe y despedirme de ellas con un beso en cada mejilla, una grata sonrisa y charla a modo de epílogo con C. Los dos hemos hecho lo mismo, él más cerca, pero lo mismo. Los guarismos a cero.

Dos días después me hicieron llegar su número de teléfono para que la llamase y tener una cita, ... pero esa es otra historia.

Domingo 27/2/2005

C. y yo nos despertamos al mediodía, cada uno en su casa. Hablamos y quedamos para dar una vuelta por La Latina. Dwalks no sale, o tiene un constipado de hombre rana o nos oculta su relación con alguna bella señorita. ¿La Latina? Desmotivante. Todo lleno. El N está de pena. Nos aburrimos y pensamos en ver ‘Million Dollar Baby’. Para hacer tiempo nos deslizamos hasta el Areia. ‘Dos coca-colas light, por favor’ más tarde estamos tumbados en los sillones-cama o nosequés que hay dispuestos para arrastrarse la tarde del domingo. A nuestra izquierda hay una pareja y, pululando por el lugar una camarera a la que no podemos dejar de mirar. A los 4 minutos reptamos hacia la curva que forman los nosequés y que resulta ser el lugar más cómodo del mundo conocido por el hombre blanco. La pareja de al lado ha pensado lo mismo. El objetivo es hacerse fuerte en esa zona como si conquistasen la torre de Mordor, jodiendo a los de al lado pero de buen rollo, oiga. Miraditas de reojo cruzadas y un acuerdo verbal que implica la mitad para cada uno. Poco después, la chica comienza a hablar con nosotros. Se llama Titi (Isabel). Fascina la transformación de un nombre tan bello en algo tan esperpéntico, y aún más lo hace la alegría con la que la tía lo lleva. Bah. Un ratito después noto que me está tirando los tejos de manera salvaje. Está player. Quiere quedar conmigo. Me da su teléfono. El señor (porque lo era y ya talludito) con el que estaba antes de llegar nosotros ha desaparecido para ella. En ese momento me suelto y empieza el festival. Nos echamos unas risas. A C., le dí unos codazos que aún hoy, 8 días después le hacen tener el costado lleno de moratones.50 vaciles y 2 horas después nos vamos los tres a casa: C., mis feromonas y yo. Ella se queda. No nos veremos más.

Á.

5 Comments:

Blogger dwalks said...

es el fin de semana que más veces me ha sido contado (por vosotros juntos, por separado, ahora vía blog)

brillante el bah!

así, Agr ;)

8:41 AM

 
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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11:53 AM

 
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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7:50 AM

 
Blogger Roberto Iza Valdés said...

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1:19 PM

 
Blogger Unknown said...

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4:50 AM

 

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